En esta sociedad en la que vivimos, que acertadamente se ha hecho llamar de la información y la comunicación, existen todavía muchos aspectos de debate que se interpretan de formas muy distintas (incluso radicalmente opuestas) entre actores internacionales, líderes de opinión y en un estrato más cercano, entre vecinos de un mismo bloque. Pues bien, si hay una máxima que todos compartimos es que Internet y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son un motor de cambio que genera nuevas cuestiones y nuevos paradigmas a un ritmo trepidante.
La frenética evolución de las TIC influye en aspectos legales, administrativos, económicos y sociales (por citar algunos de los más clásicos), pero también en aspectos ideológicos, morales, y en mayor medida de la que se imagina, en nuestro pensamiento comunitario, nuestra construcción de significados. El fenómeno conocido como Cloud Computing (computación en la nube) es un buen ejemplo de cómo las nuevas tendencias tecnológicas afectan directamente al desarrollo social y al ideario humano. En líneas generales, el Cloud Computing rompe con los conceptos de propiedad tal y como se entendía hasta hace poco, al menos en su sentido más físico. Disfrutar de algún servicio o consumir ciertos productos se separa cada vez más de lo que entendemos por "posesión", gracias a Internet. Por otra parte, el desarrollo de esta innovación reabre ese interminable debate sobre una especie de cuarta dimensión donde cada vez más personas trasladan parte de su vida: la esfera virtual, la Nube.

El Cloud Computing se puede definir rápidamente como la posibilidad de consumir servicios de tecnologías de la información almacenados en la red y no en un sólo equipo, o un hardware extraíble. Esto significa, entre muchas otras cosas, poder acceder a archivos, aplicaciones, e incluso tu propio escritorio, desde cualquier terminal con conexión a Internet y no sólo desde una maquinaria estática determinada. Por lo tanto, la principal ventaja de este servicio es la movilidad y la capacidad de almacenamiento gratuito (aunque sea limitado).
Según el portal DesarrolloWeb, para que un servicio sea considerado como Cloud Computing, debe reunir cuatro requisitos. El primero es el pago por uso en lugar de pago por cuotas. En segundo lugar debe ofrecer flexibilidad de recursos, es decir, poder aumentarlos o reducirlos en función de cada necesidad. También debe ser escalable y poder aumentar en número de instancias del servicio para hacer frente a una demanda creciente. Por último, un servicio será Cloud Computing si, además de lo mencionado hasta ahora, cuenta con herramientas de autoservicio para que el cliente pueda organizar y satisfacer sus necesidades.
En consonancia con la bonita metáfora que ya sugiere el concepto de "Nube", podríamos extraer que, si bien en el cielo observamos distintas nubes según su composición, su tamaño o su densidad, en esa atmósfera intangible que es Internet, concurren distintas nubes según otro tipo de variables. Existen tres tipos de Cloud Computing según la naturaleza del servicio que ofrecen. El IaaS o HaaS (Infraestructure/Hardware-as-a-Service) ofrece "maquinaria virtual" para computar, almacenar y ejecutar software. Un ejemplo es Amazon Elastic Compute Cloud. El PaaS (Platform-as-a-service) ofrece el entorno, la plataforma donde cada usuario puede actuar directamente con sus aplicaciones, como el servicio de Google App Engine. Por último, el SaaS (Software-as-a-Service) es probablemente el servicio más popular actualmente. En este caso, el servidor provee de aplicaciones finales listas para ser empleadas. Un ejemplo es EyeOS (el proyecto del joven Pablo García-Milà, actualmente en la cresta de la ola de la tecnología en España), que permite acceder a tu sistema operativo y trabajar con tu escritorio desde cualquier dispositivo con conexión a Internet.
Por otro lado, según dónde se encuentre el datacenter y quién ostenta la administración, se extraen otras tres modalidades de Nubes. Las públicas concentran todos los datos y servicios en la infraestructura del proveedor, que carga con el mantenimiento de los mismos y es el administrador de la nube. Las nubes privadas son aquellas en las que los servicios y datos son administrados por el cliente, que también acoge en sus instalaciones la infraestructura necesaria y asume su mantenimiento. El tercer modelo es un híbrido entre los dos anteriores en el que el usuario controla las aplicaciones más importantes y delega al proveedor la administración de las que considere menos relevantes.

Todo apunta a que el Cloud Computing será el futuro del uso de las TIC. Para las empresas es una oportunidad de oro para reducir los costes de bienes de equipo y adquirir una flexibilidad de servicios que les permita expandir su negocio más fácilmente. Para el usuario común, el Cloud Computing es la solución a tener que depender del equipo propio o maquinaria portátil para acceder a los archivos, datos y software que alberga en su ordenador. Actualmente ya empiezan a resultar innecesarios accesorios como las tarjetas de memoria de los móviles, que apuestan por un almacenamiento interno amplio o en plataformas como DropBox o iCloud de Apple.
Pero, cuidado, no olvidemos que, según como se mire, el fenómeno de la red sólo acaba de empezar y más vale ser precavido a la hora de enviar al espacio virtual nuestra información personal o datos que podrían ser usados en nuestra contra. Siguiendo en esta línea, es extenso el debate sobre los aspectos legales que afectan al uso de la red. Internet es, probablemente, la institución global por excelencia, pero su normativa depende de cada Estado. La legislación internacional de Internet no es completamente efectiva y los tribunales no dan a basto intentando obtener interpretaciones de la misma en sus sentencias. En este sentido aparecen varias preguntas: ¿en qué Estado vuelan las nubes a las que enviamos nuestros datos, nuestros archivos?, ¿qué papel tienen los responsables y encargados de tratamiento?, o uno de los aspectos más complicados y discutidos ¿bajo qué jurisdicción se encuentran las transferencias internacionales de datos? Estos temas y muchos otros en la misma materia se analizan profundamente en el libro del jurista Renzo Marchini, Cloud Computing: A Practical Introduction To Legal Issues.
Indudablemente, el Cloud Computing no es una tendencia o un proyecto, o un servicio más de los muchos que ofrece el gigante Internet. Se trata de una realidad del presente que experimentará un desarrollo a gran escala para convertirse, muy probablemente, en la modalidad de trabajo y uso de las TIC más extensa y utilizada por consumidores, empresas y organismos públicos. El futuro está en las nubes.